lunes, 7 de diciembre de 2015

Nos ven las pelotas

Me considero un estafado. Un indignado. Un abusado moral y espiritualmente. Si amigo, espiritualmente… desde ahí nace para mí el fútbol, del espíritu. Veo el fútbol como reflejo de nuestra sociedad y hoy me duele. Me duele que se ensucie algo tan hermoso como ver una pelota rodar.

El primer regalo que recuerdas es una pelota de fútbol. La pateas en tu patio, en la plaza, en un parque, en la calle. Te imaginas en un estadio lleno. En el colegio la pelota de plástico es la reina del recreo y si no hay balón hasta una tapa de bebida sirve. Juegas con latas, piedras, pelotas de tenis, pelotas de plástico con doble forro para que tenga peso, pelotas de goma, una de cuero si tienes suerte, en fin… la competencia es sana y aunque no sabes si llegarás algún día a cumplir el sueño de salir a una cancha llena desde un camarín, al menos sabes que ese amor por la pelota lo tendrás hasta el resto de tus días.

Ese amor tan sano y tan ingenuo hoy lo han ultrajado. Aunque lo vienen haciendo por años, hoy se hacen tangibles situaciones que solo imaginaste que ocurrían desde una mirada conspirativa, tratando de explicarte injusticias y frustraciones. ¿Cómo es posible que la ambición por el dinero nos manche así la pelota?.

La primera desilusión la vives cuando la escuelita de fútbol te cobra la camiseta y si no la puedes comprar no puedes jugar. La segunda la vives cuando de un momento a otro una entrada de galería niño pasa de costar $1.000 a costar $4.000. Luego empiezas a desilusionarte cuando te das cuenta que las decisiones arbitrales no son parejas, que siempre salen campeones los mismo clubes, que las platas comunes no se reparten de forma pareja, que los goles ya no te los pasan en televisión abierta, que ver noticias deportivas en la pantalla chica significa ver imágenes del entorno de un partido y no de la cancha, que la selección la transformaron en un producto que se aprovechó del chauvinismo de los típicos oportunistas, que la gran mayoría de los involucrados en este “juego” callan, que no hay periodistas que entiendan lo que pasa en la cancha ni los hay que puedan denunciar los que pasa fuera de ella, que la plata se la robó el director del ente rector y se arrancó a otro país (donde ojalá lo encarcelen), que la clasificación a una copa internacional es un laberinto irresoluto, que el fixture del campeonato está hecho para que determinado equipo viaje poco, que los horarios de los partidos son para que la gente no pueda ir al estadio, que los campeonatos son cortos y los equipos tienen que hacer caja de la venta de jugadores y no alcanza a existir consolidación de los equipos, que los entrenadores son simples monigotes, que el arbitraje está definitivamente cargado, que el nivel de los refuerzos del campeonato es deplorable, que nivelaron para abajo deportiva y valóricamente, que la fiesta del fútbol y la ilusión inocente aparentemente solo se vive en la Primera B, que se acabó la competencia en la cancha, que solo hay definiciones entre cuatro paredes y por cierta cantidad de dinero. Entre tantas miles de irregularidades y situaciones incomprensibles.

Prendes la tele para ver la definición del campeonato. Sintonizas por segunda vez al mes el canal que te cuesta $10.000 y ¿qué ves?: una tropa de cuadrúmanos tirándose del pelo, y tratando de matarse en pantalla, ¿por qué?. ¿Dónde quedó lo importante? ¿Quién se robó la magia de este juego? ¿Por qué me quitan esa ilusión infantil tan descarnadamente? ¿Será que a mi hijo no podré llevarlo a sentir el cosquilleo que da en el estómago ese olor a pasto recién cortado? ¿Quién les compró la voluntad y la ilusión que de niño ustedes, ladrones, también tuvieron?

El gobierno hace como que le importara el tema y pone a un tipo neófito, familiar de un ministro, cuyo currículum es "ser el más servicial de los militantes del partido político", a dar la cara ante algo que, así como lo están enfrentando, no tiene solución. El canal del fútbol quiere sacarnos de los estadios y lo está consiguiendo. El equipo campeón celebra su nuevo campeonato y no dicen una sola palabra de lo que hacen sus "hinchas". Esos hinchas que por años han hecho lo mismo. Hinchas que trabajan al alero de dirigentes: soldados de dirigentes mafiosos. Dirigentes a los que les conviene la existencia de ese tipo de gente. Gente que existe por negligencia del gobierno. Un gobierno que no quiere que desaparezca esa masa de ciudadanos dependientes de una voluntad burocrática. La masa de gente, el centro de la campana... esa masa de gente es la que justifica la existencia de Jefes de Planes de Seguridad baratos, abonados a canales de televisión que ofrecen un “mejor servicio”, guardias de seguridad incapaces y prepotentes con gente decente, en fin tantas cosas que he visto que la rabia en este momento nubla.

Nos han visto las pelotas, desde siempre. Hemos sido títeres de cuanta voluntad de algún poderoso ha formado parte de este circo. Boludos ustedes, hinchas del equipo que ganó una Libertadores cuando el país volvió a la democracia. Les acallaron la pena acumulada, les regalaron una alegría, les hicieron lo que hace el fútbol cuando actúa sobre gregarios: suplieron sus carencias. Se sintieron mejores por un momento, aunque no tengan por donde, ni social ni económicamente. Al cabo de un tiempo aparecieron los mal llamados “chiquillos” por un doctor televisivo y farandulero. Les regalaron el término de la sequía de décadas. Otra tropa manipulada, financiada y víctima de un poderoso que buscaba un bien personal. Y se lo creen. ¿Han visto un filántropo involucrado en el fútbol? Jajaja. O de verdad creen que estas victorias son producto del esfuerzo y la meritocracia? Esto es lo mismo que un Nobel o un Grammy: lobby.

Me apena sentir tanto por algo tan mediocre, tan deteriorado, tan ultrajado. Me indigna que no hayan sanciones monetarias, ni deportivas, que no hayan presos, que nuestro sistema sea tan carente, que el fútbol sea el reflejo de una sociedad indolente. La ilusión: sanciones deportivas para que el que se metió a la cancha y arrancó sea castigado de alguna manera, sanción monetaria para que el poderoso se haga parte, sanción para el canal que hace publicidad engañosa, que le devuelvan el fútbol a la gente, que le devuelvan la sonrisa a los niños, que los estadios estén llenos, que el olor a pasto no desaparezca.

Me entristece querer hacer algo y no poder lograr nada. Hay una sola cosa que tengo clara: no me sacarán del estadio, no me robarán el fútbol. 

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